Datos biográficos
María del Carmen Ibáñez Díaz nació en noviembre de 1944 en la casa de su abuela materna, Rosario, en El Tojo. Este pueblo está ubicado en una ladera sobre el valle medio del río Saja, frente a Peña Colsa, y es también el lugar de origen de su madre, Josefa, conocida como «Pepa». Ella trabajó en el hogar de Ramón Ruiz Rebollo, quien fue diputado de las Cortes, gobernador de Santander y propietario de la fábrica de albarcas y juguetes de madera del Valle del Alto Saja, hasta el estallido de la Guerra de España.
María del Carmen nació en la postguerra, durante el periodo conocido como el «del hambre», una época en la que la riqueza se medía principalmente por las tierras que alguien poseía para poder sembrar. A pesar de las dificultades generales, su familia no pasó hambre. Recuerda, a través de la voz de su madre, cómo el pueblo se llenó de soldados y cómo «Saja era considerada una zona de rojos», lo que hacía que los militares acudieran con frecuencia a «dar paseos a la gente». Su padre, que luchó en ambos bandos, fue incluso retenido en el barco Alfonso Pérez, aunque finalmente regresó a casa. También destaca que, al estallar la guerra en 1936, muchos vecinos del valle de Saja huyeron, como el médico para el que trabajaba su madre o la familia de la Vega, que gestionaba la fábrica de albarcas en la que trabajaron Daniel, su padre, y Manuel Ibáñez, su abuelo paterno, lebaniego y maestro de profesión.
Explica que se crió con “tres madres”, pues desde los dos años vivió con sus tías maternas y madrinas, María y Avelina, tras el fallecimiento de su abuela. Desde los seis años, inició su educación en el pueblo, en una casa particular que también albergaba un establo de ovejas en los bajos. Allí, estudió la «Enciclopedia Álvarez» bajo la enseñanza de varias maestras durante los años de la dictadura franquista. Debido a la falta de una «casa de maestro», las maestras de la época residieron en su casa. Recuerda especialmente a una de ellas, María de la Riva. Al finalizar sus estudios, continuó su formación en el arte de la costura y el bordado durante dos inviernos en la nueva escuela construida en el pueblo en el contexto del tardofranquismo.
Creció junto a sus cuatro hermanos: Fidel, Manuel, José Luis y Casimiro, el más pequeño. En su juventud, varios de sus hermanos se trasladaron a Cádiz para trabajar en el negocio hostelero de su tío político paterno, conocido como «El Saja». Sin embargo, María del Carmen decidió permanecer en el pueblo “porque le gustaba y cuidaba a sus tías». A lo largo de estas décadas, ha sido testigo de los cambios que ocurrieron en las infraestructuras e industrias de Saja, en los que su familia jugó un papel activo.
En 1968, contrajo matrimonio —»vestida de blanco»— con Octavio en la iglesia de San Justo de San Pastor, en El Tojo. Tras su viaje de novios por Asturias, se establecieron en el barrio La Cotera, donde el matrimonio sostenía su hogar con la ganadería y la tala de árboles. Sin embargo, en 1972, tras cinco años de matrimonio y con dos hijos nacidos a principios de 1970, sufrió una tragedia: Octavio perdió la vida en un accidente laboral. Ante esta difícil pérdida, regresó a su casa familiar en El Tojo y, con el apoyo incondicional de su familia, especialmente de su hermano, logró salir adelante y mantener la ganadería.
«Siempre vivo acompañada», comenta, reflejando cómo a lo largo de los años ha estado rodeada de seres queridos. Crió a sus hijos, convivió con su nieto y cuidó de sus familiares cercanos durante sus momentos de dificultad, como lo hizo con su hermano Fidel durante dos años, así como con sus padres en su vejez y sus tías maternas. Asegura que «volvería a hacerlo si tuviera que hacerlo». Aunque lleva 16 años residiendo sola, mantiene una cercanía constante con sus hijos y nietos. Además, participa activamente en las actividades de la Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM) en su comunidad.
Al reflexionar sobre sus 80 años, María del Carmen afirma que la existencia se compone de momentos buenos y difíciles. Si bien hubiera querido borrar ciertos episodios, reconoce que han sido parte de su camino y la han forjado, y que “la vida misma es la mejor universidad”, pues las lecciones más profundas nacen de la experiencia y no de los libros.
Equipo de realización
Entrevistadora: Zhenya Popova
Operador de cámara y montaje: Txatxe Saceda