Datos biográficos
Olga Sánchez Pérez nació el 15 de enero de 1944 en Puente Viesgo, donde fue atendida en el parto por su abuela materna, Balbina, una reconocida comadrona de Castañeda. Su infancia transcurrió en La Prada, un barrio de Puente Viesgo, en el seno de una familia pasiega compuesta por sus padres, tíos, cuatro hermanas y un hermano, una vida giraba en torno a la agricultura y la ganadería lechera. Siendo la primogénita, desde muy temprana edad, Olga asumió responsabilidades en las labores del campo, el cuidado del ganado y los trabajos domésticos, una rutina que marcó profundamente su infancia y juventud.
También pasó muchos fines de semana con sus abuelos maternos en Castañeda, donde su abuela Balbina le enseñó a leer y escribir, sentando las bases de su educación. Asistió a la escuela de Puente Viesgo durante cuatro años, entre los 7 y los 11, destacando por su facilidad para aprender, pues afirma que “sabía las lecciones sin que se las preguntasen”; sin embargo, tuvo que abandonar sus estudios cuando su padre decidió que debía centrarse en apoyar a la familia.
A los 14 años, Olga comenzó su primer empleo fuera del entorno familiar un verano en hostelería, en el bar La terraza de Puente Viesgo. Más adelante, Olga trabajó en la fábrica de Nestlé en La Penilla de Cayón, donde, durante unos dos años, se dedicó a tareas de empaquetado de bombones. Finalmente, trabajó en el hotel del Balneario de Puente Viesgo, que en aquel entonces estaba regentado por sus tías paternas, Amparo y Sinda. Allí realizó tareas que describe como “típicas de la cocina: fregaba platos, pelaba patatas, ayudaba en todo lo que podía”, una experiencia que marcó el destino de su vida laboral en Cantabria.
En abril de 1960, con 16 años, Olga se embarcó en un viaje hacia Alemania, impulsada por su padre, quien vio en las oportunidades laborales una forma de mejorar la situación económica. La empresa alemana, dedicada a la fabricación de conservas vegetales, había solicitado al Instituto Español de Emigración, bajo el régimen franquista, la contratación de 40 trabajadoras españolas para su planta en Grevenbroich-Eisen, situada a unos 20 km de Colonia. Al llegar a Alemania, Olga comenzó a trabajar en una fábrica de conservas, donde poco después se unió a ella su hermana. Por desgracia, Olga fue despedida tras ser víctima de un abuso por parte de un superior. Posteriormente, continuó su experiencia laboral en Alemania, primero trabajando para un dentista y, más tarde, en la fábrica de chocolate Stollwerck, situada en el distrito de Altstadt-Süd, en la península Rheinau de Colonia. Durante su tiempo en Alemania, Olga y su hermana enviaron parte de sus ingresos a su familia en Cantabria, apoyando a los suyos desde la distancia.
Tras varios años en Alemania, Olga regresó a Cantabria y, en mayo de 1964, se casó por poderes con César Diego, un cántabro natural de Villasevil de Toranzo que había emigrado a Australia a finales de los años 50 mediante la Operación Canguro, un programa migratorio promovido entre el gobierno franquista y Australia. Poco después del enlace, Olga se trasladó a Australia, donde comenzó trabajando en la limpieza de oficinas gubernamentales, viviendas particulares y otras instalaciones. Además, colaboró en tareas complementarias, como el lavado y planchado de los textiles del Club Español de Sídney, donde trabajaba César.
En 1967 nació su hija en el hospital St Margaret’s de Sídney, y Olga se dedicó a los trabajos del hogar y a la crianza durante los primeros dos años. Posteriormente, retomó el trabajo fuera de casa. A pesar de los desafíos de salud, Olga recuerda los ocho años en Australia como una etapa marcada por el contacto con una diversidad cultural que la enriqueció personalmente. Finalmente, a principios de los años 70, la familia decidió regresar a Cantabria, motivada por los problemas de salud de Olga y el anhelo de volver a sus raíces.
Una vez en España, se establecieron en Santander, donde en 1972 dieron la bienvenida a su segundo hijo. Ese mismo verano, emprendieron un nuevo proyecto de vida al abrir el Hospedaje Magallanes, aprovechando un local que previamente había funcionado como hostal. Durante años, gestionaron juntos el negocio, con Olga a cargo de la recepción, una labor que desempeñaba con dedicación. Además de formarse en las Escuelas Verdes para continuar estudiando. En 2007, con la jubilación de ambos, Olga y César traspasaron el Hospedaje Magallanes a sus dos hijos, quienes asumieron juntos la gestión del negocio familiar. Para Olga, este proyecto representó una parte esencial de su vida: “Me encantaba lo que hacía, y ver cómo nuestros hijos continúan con ello me llena de orgullo”. Tras retirarse, Olga se dedicó a viajar, disfrutar de sus amistades y compartir momentos con su familia, que incluye a dos nietos y dos nietas.
Equipo de realización
Entrevistadora: Zhenya Popova
Operador de Cámara y montaje: Txatxe Saceda