Datos biográficos
Antonio Ontañón Toca nació el 25 de septiembre de 1934 en una casa situada en la travesía de la calle del Sol, en Santander. Creció en un entorno humilde junto a dos hermanas y un hermano, hijo de Federico Ontañón Velasco y Teresa Toca Diego, ambos panaderos de la panadería Hermosilla, en la calle Santa Lucía. A los cinco años, su familia se mudó a Canalejas, a una vivienda frente al conocido cine Popular Victoria, donde creció en un entorno de juegos callejeros y vivencias con las pandillas del barrio. Sus primeros años escolares transcurrieron en el colegio de niños de San Martín y la escuela del Sardinero. Entre 1946 y 1949, estudió y fue monaguillo en las escuelas gratuitas del Colegio de los Padres Escolapios, donde tuvo una experiencia que le hizo “perder la fe” y apostatar en su adultez.
La Guerra Civil marcó profundamente su infancia. Antonio recuerda los bombardeos, las sirenas y las carreras hacia los refugios. En 1937, su padre solicitó la evacuación marítima al Frente Popular de Santander buscando el exilio en Francia, pero no lograron embarcar. Esta vivencia, junto con las cicatrices de la guerra en su familia—con miembros encarcelados o forzados al exilio—dejó una huella profunda.
En 1956, realizó el servicio militar durante año y medio en el Cuartel de Instrucción de Artillería de Costa, ubicado en Bilbao, en la estación de Dos Caminos, de Basauri, Vizcaya.
Profesionalmente, Antonio comenzó su carrera en la banca tras formarse brevemente como electricista en la Escuela de Artes y Oficios. A los 17 años aprobó los exámenes e ingresó al Banco de Bilbao (actual BBVA), donde trabajó durante 40 años hasta prejubilarse a los 57 años.
Su compromiso sindical fue notable: como secretario general de la UGT en Santander, lideró en 1979 la primera huelga de la banca privada en la ciudad. También fue secretario general de UGT de Jubilados y participó activamente en CCOO. Su militancia obrera, en defensa de la libertad de huelga y los derechos sindicales, lo llevó a repartir octavillas en su Vespa 20660 y participar en diversas acciones, resultando en varias detenciones a lo largo de los años.
Entre 1959 y finales de los años 70, estuvo casado con Marta Peredo, con quien tuvo dos hijas y dos hijos. Durante este período, fue miembro activo de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), una experiencia que le proporcionó formación para “actuar con conocimiento”. En los años 70, fue miembro activo de Amnistía Internacional, representando a la organización regionalmente en la comisión contra la Pena de Muerte. También se postuló como candidato independiente a la Alcaldía de Santander por la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), y en otra ocasión integró una candidatura junto a J.R. Saiz Viadero, sin lograr una victoria electoral.
Desde hace dos décadas, Antonio Ontañón preside la Asociación Héroes de la República y la Libertad, dedicando su tiempo tras la jubilación a investigar y dar visibilidad “a las personas que sufrieron la represión franquista en Cantabria”.
Ha logrado recuperar la identidad y memoria de 1.207 víctimas, entre ellos 850 fusilados en la tapia del cementerio de Ciriego, en Santander, cuyos restos fueron enterrados en fosas comunes entre 1937 y 1948. Su labor, centrada en “evitar que cientos de víctimas anónimas fueran olvidadas”, culminó en la publicación de Rescatados del olvido (2004), una obra clave en la memoria histórica de la región. A lo largo de los años, Antonio continuó su labor investigadora, luchó por la financiación de monumentos conmemorativos e, incluso, utilizó su libro como prueba documental en el juicio ante el Tribunal Supremo con el juez Baltasar Garzón, donde denunciaba los crímenes franquistas. En 1980, participó en el movimiento colectivo de construcción de un trilito en Ciriego y, en 2001, erigió nueve monolitos con los nombres de casi 900 personas fusiladas. Posteriormente, erigió tres más en la manzana 52 del mismo cementerio. Así como un monolito en el pueblo de Polaciones, que fue destruido pocos días después de su inauguración. En 2021, donó documentación histórica a la Fundación Bruno Alonso, contribuyendo así a la preservación y divulgación de la memoria histórica en la región.
En la primera década de los 2000, Ontañón Toca colaboró con Francisco Etxeberria Gabilondo, miembro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, en la exhumación de fosas comunes, como la de Talledo (2005) y Caranceja (2009), aunque en esta última no se hallaron restos. También investigó la fosa del cementerio de la finca Valdecilla, en Solares, donde registró los nombres de «las personas paseadas» en una lápida conmemorativa.
En 2005, la Asociación Manuel Azaña de Madrid reconoció su compromiso con la memoria histórica concediéndole el Premio a la Lealtad Republicana.
A lo largo de su vida, participó en la lucha por la justicia social y estuvo en contacto con figuras clave como Ramón Peredo, Julio Vázquez y Felipe Matarranz. Así como destaca encuentros como el que tuvo con el escritor Saramago, Dolores Ibárruri o Eulalio Ferrer.
Actualmente, Antonio continúa liderando la asociación, aunque “pide relevo”. Con motivo de su 90 cumpleaños, Antonio recibió un homenaje de la asociación memorialista en reconocimiento a su labor de recuperación de la memoria histórica. Al repasar su historia de vida concluye que se siente satisfecho al ver cómo su trabajo ha dejado un legado tangible, especialmente al recibir el agradecimiento de las personas que se han beneficiado de su dedicación. Como él mismo afirma: “He dedicado años de mi vida, lo he pasado mejor o peor, pero siempre tratando de ser consecuente con lo que creía.”. Antonio reside en Puertochico, donde encuentra satisfacción en la lectura. Cada viernes canta en el coro del restaurante Bodegas Mazón y, entre risas, se denomina «aspirante a poeta urbano», ya que regala poesías en las calles. Como él dice: “Es por reciprocidad: dar y recibir. Es bello envejecer amando”.
Equipo de realización
Entrevistadora: Zhenya Popova
Operador de Cámara y montaje: Txatxe Saceda