Datos biográficos
Alfredo nace en Herrera de Camargo en marzo de 1930. Su madre, Milagros, nacida cerca de Torrelavega, y su padre Eloy, oriundo de Omoño, tuvieron cuatro hijas y dos hijos, siendo Alfredo el más pequeño, «el Nene» llevado, según sus hermanas, “en un cesto tapado por una hoja de berza” a vivir a Laredo durante seis años.
Su padre, de profesión cantero, emigró con un hijo en los años 20 a Madrid, al municipio de Hoyo de Manzanares, para ayudar a su hermano Miguel Viadero a construir el hotel Viadero del que era dueño. Años más tarde, en 1936, Milagros —ama de casa y cocinera del restaurante Cachupín, Laredo— y la hermana mayor de Alfredo emigraron también para ayudar en la cocina del hotel Viadero inaugurado en 1928. Con el inicio de la Guerra de España, la familia se vió obligada a seguir separada, pues ellas no pudieron regresar a Cantabria, y su padre, por sus obligaciones laborales, se vio obligado a solicitar la ayuda de otros familiares para el cuidado de sus hijos, por lo que Alfredo pasó los años de guerra acogido en dos hogares distintos, siendo el último en Carriazo.
Tras la dolorosa distancia, llegó el reencuentro de la familia y reiniciaron su vida juntos, mudándose a Castanedo, Ribamontán al Mar, en donde Alfredo construyó numerosos recuerdos relacionados con su época de escuela — hasta los 14 años— en Carriazo y el maestro don Marino o sus compañeros de aventuras, los inicios en la escritura de la poesía, las enseñanzas del cura Daniel Palomera, o la rica vida social y familiar en el pueblo de Castanedo. Una época “feliz” envuelta en el ambiente “de hambre tras una guerra de hermanos contra hermanos”.
Antes de los 18 años participó junto a la vecindad en la creación de un grupo de teatro impulsado por María Dolores Landaluce, que llegó a presentarse sobre distintos escenarios, incluso el emblemático Teatro Pereda de Santander.
Además, Alfredo practicaba deporte y participaba en el equipo de fútbol. También en sus años de juventud acompañó a su padre a realizar obras en Somo, Galizano, Ajo o Castanedo, entre otros lugares, por lo que aprendió el oficio de su padre, quien llegó a participar incluso en la construcción de los cimientos de la Casa de Salud Valdecilla.
Su primer trabajo fuera de Cantabria fue con 18 años como camarero en el hotel Viadero de su tío. A los 21 años, en 1951, marchó a cumplir con el servicio militar en Logroño en funciones de albañil.
Tras muchos bailes, conoció a Emilia en la romería de San Lucas, en Hoznayo, y se enamoró; sin embargo, a los 23 años, la distancia se interpuso en el noviazgo al emigrar por motivos laborales a Ciudad Real, en donde estuvo dos años y medio trabajando como capataz en construcción para Severino Lamas Cálvelo, abogado del Estado, en un cortijo ubicado en Riofrío. Una época en la que trabajó mucho y mejoró las condiciones de trabajo y de estancia en el cortijo. En 1957, tras años de relación a distancia con Emilia, decidió casarse con la que ha sido y es para él “muy buena hija, madre, compañera y mujer”.
Tras la boda, regresó a Cantabria para poder estar cerca de su familia y ayudar a sus suegros, por lo que se mudó a Entrambasaguas y trabajó durante siete años en albañilería y cantería, además de colaborar con el cuidado del ganado y del hogar.
A finales de 1965, tras el nacimiento de sus dos hijas (1958 y 1961) y la muerte de su suegro, deciden mudarse a la capital cántabra, en donde continúan residiendo desde hace 57 años (2022). Sus condiciones de vida mejoraron considerablemente, en concreto por su nuevo puesto de trabajo en la empresa de desguace de barcos Recuperaciones submarinas, ubicada en Maliaño y que fue una de las más importantes de Europa hasta su cierre a finales de los años 80. En ella trabajó brevemente como peón y 16 años como empleado encargado de la sección de ventas.
Alfredo, con 92 años (2022) y bien acompañado de su familia (mujer, hijas, yerno, nietos y su bisnieta), nos habla desde su rincón de Cantabria, la casa que él y su mujer reconstruyeron en Carasa, y nos acerca a su vida a través de su relato plagado de detalles y su poesía, una trayectoria de la que está “muy contento”, pues ha “pasado por ella haciendo algo bueno”.
Equipo de realización
Entrevistadora: Zhenya Popova
Operador de Cámara y montaje: Txatxe Saceda