Datos biográficos
Carmen Peón Arco nació el 20 de septiembre de 1924 en Gerra, una pequeña localidad de San Vicente de la Barquera, bajo la asistencia de Cunda, una partera originaria de La Revilla. Sus padres eran ambos de Gerra, con una familia materna de mayores comodidades y un lado paterno marcado por una fuerte tradición migratoria: su padre y tres de sus tíos emigraron a Buenos Aires en busca de mejores oportunidades, mientras que otros familiares se establecieron en Andalucía y Madrid.
Carmen creció en el entorno rural de Gerra, en el seno de esta familia humilde y trabajadora, y siendo la primogénita de dos hermanos, asumió desde joven el rol de encargarse “de todo”. La familia cultivaba la tierra y mantenía un pequeño rebaño de vacas lecheras cuya producción de leche era vendida a la Orden Trapense, una comunidad religiosa que administraba una granja lechera y quesería en Cóbreces, establecida como parte del legado de Antonio Bernaldo de Quirós tras su fallecimiento en 1908. Posteriormente, la familia comenzó a vender la leche también a la Cooperativa Lechera SAM.
A lo largo de sus cien años de vida (2024), Carmen ha sido testigo de profundos cambios sociales, culturales y tecnológicos. Uno de sus recuerdos más vívidos de juventud es el impacto de la Guerra de España, que experimentó en Gerra. La casa familiar, “era el cuartel”, recuerda, pues fue usada por algunos soldados, que establecieron las líneas de defensa y trincheras militares en la costa, a poca distancia de su hogar. Carmen evoca el sobrevuelo de los aviones, cómo algunos de sus familiares se ocultaban y cómo muchas personas huían en barcos, tratando de encontrar refugio fuera del país.
Desde pequeña, Carmen asumió tantas responsabilidades domésticas que, aunque deseaba aprender, no tuvo la oportunidad de asistir a la escuela. Carmen comenta que “el rey le daba perras”, en las visitas frecuentes de la realeza a la zona, donde llegaban a caballo. En su juventud, la vida social de Carmen estaba profundamente ligada a la comunidad local y a la religión, con encuentros frecuentes en la iglesia y en la taberna —esta última reservada “para los hombres”— además de los domingos animados por canciones populares acompañadas del toque de pandereta.
En el año 1950 Carmen contrajo matrimonio con Enrique Ortiz, hijo del empleado de la SAM y también oriundo de La Revilla, y juntos residieron en Gerra durante cinco años. Entre los años 1950 y 1967 nacieron sus seis hijos —tres varones y tres mujeres— a quienes, como ella misma afirma, “nunca quitó de estudiar”. Carmen combinaba la crianza y las tareas domésticas con el arduo trabajo agrícola y ganadero, además de realizar otras tareas como la elaboración de mantequilla casera, que vendía junto a otros alimentos en el mercado de San Vicente. Como ella misma resumía su rutina de aquellos años, “no era más que trabajar y penas, aunque a pesar de la miseria y el trabajo duro, yo era alegre”.
Con dos hijos ya nacidos, Carmen se trasladó junto a su esposo a La Revilla, un pequeño pueblo situado a casi cuatro kilómetros de distancia, donde trabajaron como servicio doméstico para un matrimonio durante diez años. Esta etapa de su vida estuvo marcada por el esfuerzo constante por mejorar la situación familiar mientras criaba a sus hijos.
En 1965, la familia regresó a Gerra, donde Carmen ha vivido desde entonces. Tras el fallecimiento de Enrique en 2014, Carmen ha continuado en su hogar, acompañada de sus hijas e hijos.
A pesar de las adversidades, Carmen y su familia siempre encontraron maneras de salir adelante, gracias al apoyo incondicional de la vecindad, que ayudaba en las tareas del campo. Hoy, a sus cien años, Carmen subraya que “tiene muchísimo que agradecer a todo el mundo, en todas partes, lo que no se paga con dinero”. Su vida refleja la generosidad y el esfuerzo de generaciones pasadas que, muchas veces en silencio, contribuyeron al desarrollo de su comunidad.
Equipo de realización
Entrevistadora: Zhenya Popova
Operador de cámara y montaje: Txatxe Saceda