Datos biográficos
Alfredo nace en Bustamante (Campoo de Yuso) en noviembre de 1931, meses después de terminar formalmente la Guerra de España.
Bustamante se ubica en un altozano y fue convertido por las aguas del embalse del Ebro en el istmo de unión con la península de La Lastra tras inundarse las vegas. Terreno que cruzaban a pie para ir a buscar carbón o que su padre, Epifanio, tomaba para ir a trabajar a la fábrica de «Cristalería Española» de Arija (Burgos). Su madre, Dionisia, oriunda de Monegro (a 4 km de Bustamante), se dedicaba a la labranza, al cuidado del ganado y a la crianza de su hija y sus ocho hijos, siendo Alfredo el noveno en nacer.
La guerra dejó huella en Alfredo, pues con solo seis años recuerda cómo registraron con armas su casa y sufrió tres años la ausencia de su padre y sus tres hermanos, encarcelados por “mal quereres”. La posguerra llegó a Campoo de Yuso y se asentó por largos años en los que su padre se dedicó al estraperlo de harina en una ruta entre Valderredible y Reinosa.
Alfredo estudió en la escuela del pueblo, junto a estudiantes de pueblos colindantes, con una “muy buena maestra”, Teresa, con quien estuvo hasta sus 13 años de edad, momento en que fue la mano derecha de su madre en casa debido a que su hermano Félix enfermó de la pleura.
Con 21 años hizo el servicio militar en el País Vasco, y durante casi dos años sirvió como cabo encargándose de la vigilancia “de naves llenas de munición” en el Cinturón de Hierro, del monte Munarrikolanda, entre los municipios de Sopela y Berango, usado como gran complejo defensivo de Bilbao.
La juventud entre tocadiscos y fiestas tuvo su mejor baile en La Costana con Emilia, con quien inició un noviazgo que resultó en una boda celebrada en Servillejas un 25 de agosto de 1956, con 24 años y entre familiares. Comienzan su nueva vida viviendo en Servillejas durante 7 años, tras lo que residieron en cabañas en Bustamante. Entre 1957 y 1972 “vio nacer” a sus 4 hijos y a su hija en Servillejas, y, finalmente, en 1976, cuando su hijo menor tenía 4 años, comenzaron a residir en su casa actual, frente a la iglesia de Bustamante. En esta iglesia de San Pelayo puso en práctica su fe, hizo la comunión y arregló de forma altruista los bancos de madera. También entabló con las hermanas de La Caridad una amistad que dura ya casi dos décadas.
La vida laboral de Alfredo fue muy activa y variada, indica que su primer trabajo fue con 16 años “en las cuadrillas de la fábrica de vidrio de Arijas” cargando y descargando arena y carbón junto a otros jóvenes. Al año siguiente, trabajó como peón construyendo el efímero puente Noguerol —un viaducto carretero que comunicó las localidades de Arija y La Población— y que se derrumbó 53 días después de su inauguración, en agosto de 1952.
También trabajó en canteras y en la construcción de carreteras, por ejemplo, en La Costana. Además, fue peón en construcción de pisos en Reinosa y trabajó “talando pinos” en los montes de Corrales, Las Caldas, Bustasur o Silió. Entre sus últimos trabajos, a finales de los años 70, estuvo trabajando de celador medio año en la clínica ambulatoria de Reinosa.
Tras una compleja operación y casi medio año de recuperación en la residencia de Cantabria, se jubiló a los 40 años con una salud marcada por el grave accidente laboral.
En sus 66 años de matrimonio con Emilia han pasado períodos difíciles como “las 17 intervenciones” de Alfredo, pero también la enfermedad de su mujer, en la que él asumió los trabajos del hogar, sobre los que relata anécdotas. Tras casi cinco décadas residen en Bustamante y continúan con las tradiciones en cuanto al cultivo y a la cría de animales para autoconsumo, por ejemplo, con la práctica milenaria de la matanza del cerdo, que realizó por primera vez a los 15 años. El pueblo —asegura Alfredo— “ha cambiado”, pues “antes había 30 mozos y ahora hay 2 o 3 personas mayores de 60 años”.
A sus 91 años, tiene una gran familia, “34 en total”, entre los que cuenta con sus cuatro hijos y su hija, diez nietos y nietas, y ocho bisnietos y bisnietas. Y junto a ellos celebró el homenaje del ayuntamiento a sus noventa años, pues para Alfredo “los bienes no valen para nada, lo que vale es la unión”.
Equipo de realización
Entrevistadora: Zhenya Popova
Operador de Cámara y montaje: Txatxe Saceda