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Datos biográficos
Fecha de nacimiento: 20/03/1943
Nacionalidad: Española
Comarca de residencia: Besaya
Fecha de la entrevista: 11/09/2024

José María Gruber Gamechogoicoechea nació el 20 de marzo de 1943 en el barrio de Indautxu, en Bilbao. Tras el parto, regresaron a la residencia familiar en la calle Santa Lucía de Santander, donde sus padres se habían establecido en 1937. Francisco, su padre, se desempeñaba como jefe de contabilidad en Productos Dolomíticos y Gerposa, mientras que Carmen, su madre, ejercía como profesora de piano.  Su abuelo materno, Francisco de Gamechogoicoechea y Alegría, autor del Tratado de derecho marítimo español (1944), fue una figura dinamizadora de la cultura en Bilbao.

Un entorno en el que el arte marcó la vida de José María desde su infancia. Cultivó simultáneamente la pintura al óleo —actividad que le valió premios del Frente de Juventudes y cuya pasión compartió con su hermano Eduardo, quien heredó sus pinceles— y una temprana vocación musical. A los siete años inició el estudio del solfeo, a los nueve comenzó con el violín y continuó su formación en los conservatorios de Santander y Bilbao. Su madurez artística se reflejó en la dirección de dos coros y en la fundación, junto a sus hijos, de la agrupación folk Jiskío.

Inició su formación en el colegio Divina Pastora, de la Congregación Franciscana, mientras participaba en actividades culturales en el centro social Los Koskas. Más tarde, tras aprobar el examen de ingreso en el Instituto Santa Clara, estudió Peritaje y Profesorado Mercantil en la Escuela de Comercio de Santander. En 1961, ingresó en la Compañía de Jesús, donde realizó el noviciado e inició su formación teológica y espiritual en Salamanca. Cuatro años después, continuó su educación en la Universidad Pontificia de Comillas, ampliando su formación tanto académica como espiritual.

Fue allí donde Gruber se involucró en la labor de apostolado social llevada a cabo por la Misión Obrera jesuita en zonas rurales como Oreña. En 1967, se trasladó con los jesuitas a Miranda de Ebro, donde rechazó un puesto como docente en el Instituto Técnico Industrial Cristo Rey y decidió trabajar como obrero en Construcciones Rozas Hermanos Roa. A su regreso en 1968, se asentó en Maliaño y participó en la construcción de la Escuela de Enfermeras de Valdecilla con Construcciones Gargallo. Posteriormente, trabajó en otras empresas del sector como Entrecanales y Távora y Construcciones Norte.

Ese fue el contexto en el que se forjó su compromiso con las luchas del movimiento obrero del tardofranquismo. Gruber participó activamente como militante de Comisiones Obreras hasta 1976 y, sin ser miembro de la HOAC, estuvo estrechamente vinculado a su entorno. Especialmente a finales de los años 60 y principios de los 70, cuando se involucró en acciones de protesta y distribución de material reivindicatorio, colaborando con figuras como Marta Peredo. Juntos realizaron una acción de encartelamiento con el lema ‘No a la pena de muerte’, lo que les llevó a ser encarcelados durante 26 días. Aunque en total fue encarcelado en cuatro ocasiones.

En 1969, Gruber dejó atrás la Orden Jesuita, una elección que marcó un giro en su vida. En 1971, se unió en matrimonio con María Ángeles en la iglesia de Oreña en una ceremonia poco convencional: en lugar del rito tradicional, leyeron ante los asistentes un texto de Hermann Hesse que reflejaba su visión y sentimientos. Juntos formaron una familia con cinco hijos, nacidos entre 1972 y 1980, y decidieron no bautizarlos, convencidos de que la espiritualidad debía ser una elección personal tomada con conciencia. Desde entonces, vivieron en Torrelavega, estableciéndose en el barrio El Zapatón en 1984.

Un mes después de su matrimonio, Gruber fue obligado a completar 15 meses de servicio militar en Salamanca. Con 17 y 18 años, ya había formado parte de las Milicias Universitarias I.P.S. de Zamora, ascendiendo a sargento y luego a alférez de complemento.

En octubre de 1972, José María comenzó a trabajar en la fábrica SNIACE, primero como peón y luego como especialista en fabricación. En 1974, protagonizó su primera acción sindical en SNIACE, en protesta por la eliminación del plus de antigüedad durante la negociación de un nuevo convenio colectivo. Entre 1975 y 1978, fue representante en el Consejo de la Administración durante la presidencia de Gregorio López-Bravo de Castro. En este periodo, contribuyó a la creación del Sindicato Unitario de Cantabria. A lo largo de su trayectoria profesional, respaldó numerosas huelgas contra los sucesivos planes de viabilidad de la empresa química,  movilizaciones que alcanzaron su punto álgido entre 1992 y 1993, con un encierro de 48 días. Gracias al apoyo de las familias y la sociedad torrelaveguense, la batalla se saldó con la aceptación de un plan de prejubilaciones y un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal.

Su compromiso obrerista le llevó a presentarse como candidato de la Agrupación Electoral de Trabajadores por Cantabria en los primeros comicios democráticos (1977), de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) en las elecciones generales de 1979, y de Izquierda para el Futuro en las municipales de 1983. En las autonómicas de ese año, encabezó la lista al Gobierno regional con Izquierda Cántabra Unida. En los siguientes comicios locales, encabezó el Bloque Asambleario de Torrelavega (BAT), y la obtención de un representante le permitió presidir la Concejalía de Medio Ambiente entre 1987 y 1991.

En 1999, Gruber se jubiló y retomó su faceta artística. En 2004, publicó ADN de la música popular cántabra, un estudio sobre las obras recopiladas por Don Sixto Córdoba en el siglo XIX. También incursionó en la literatura, publicando su primera novela, Una flor en el alero (Septentrión Ediciones) en 2024, mientras trabaja en su siguiente obra.

Este compromiso con la cultura popular le llevó a apoyar la fundación de la asociación Octubre de Torrelavega en 2012, a integrarse en el grupo de teatro Al Libre Albedrío y a alimentar el legado de su padre, fundador del Grupo Alpino Aldatz Gora en Bilbao (1926), a través de la cofundación del grupo de montañismo Montaña Fácil, en el seno del Sindicato Unitario.

Su histórico vínculo con las causas sociales se ha plasmado, desde 2018, en la activa labor desarrollada desde la Coordinadora Cántabra de Pensionistas en defensa de un “sistema de pensiones justo y contra la pobreza y desigualdad», siendo responsable de redactar los manifiestos leídos cada lunes frente al ayuntamiento.

A sus 81 años, Gruber sintetiza su trayectoria así: “Mi vida ha sido familiar, sindical y política, pero lo esencial es que ha sido una forma de vida”.

Equipo de realización

Entrevistadora: Zhenya Popova
Operador de Cámara y montaje: Txatxe Saceda