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Datos biográficos
Fecha de nacimiento: 10/12/1950
Nacionalidad: Española
Comarca de residencia: Santander
Fecha de la entrevista: 10/10/2024

José María Díez Monzón, conocido como Tote, nació en diciembre de 1950 en Santander, en el seno de una familia profundamente vinculada a la región, pero con una proyección que trascendía fronteras. Su madre, Sagrario, era modista nacida en la capital, mientras que su padre, Luis, regresó a Cantabria después de más de dos décadas viviendo en diferentes países de América Latina. Durante su estancia en el continente, vivió de cerca los eventos de la Revolución Mexicana y se involucró en diversas actividades empresariales. A su regreso, en los años 40, asumió el cargo de cónsul general honorífico de Guatemala en España, retomando también el negocio familiar, «El Arte Cristiano»: una tienda especializada en cuadros y litografías de imaginería religiosa, ubicada en Daoíz y Velarde.
Además de su faceta empresarial, Luis fue una figura pionera en la radioafición en la región, al fundar el primer Club de Radioaficionados de Cantabria. Esta actividad despertó en José María un interés temprano por la electrónica y la tecnología.
Durante sus primeros siete años, Tote vivió en la calle Daoíz y Velarde, en un entorno urbano donde la vida de barrio giraba en torno a los juegos en la calle, las expediciones al muelle y los alrededores del colegio de los Carmelitas, mientras cursaba sus primeros estudios en el colegio Menéndez Pelayo. Posteriormente, su familia se trasladó a la Colonia San Javier, un enclave entonces semirural en las afueras de Santander. Allí continuó su formación en el Colegio Hispano y se integró en las grandes pandillas de jóvenes del barrio. Desde los 13 años, comenzó a interpretar música en una agrupación de pulso y púa (rondalla) del Frente de Juventudes, eligiendo la bandurria como primer instrumento —la más pequeña, según recuerda— y recibiendo clases de Teodardo Gutiérrez, referente local en este ámbito. Al mismo tiempo, se iniciaba en el solfeo en el conservatorio con Emilio Otero Val y en el aprendizaje de la guitarra, movido por el entusiasmo por lo técnico y un impulso creativo que marcaría su trayectoria vital.
A mediados de los años sesenta, con apenas 16 años, Tote comenzó a asistir a los festivales organizados por Federico Llata Carrera, figura clave en la dinamización cultural en Santander. Estos encuentros sirvieron de plataforma para el desarrollo de los primeros grupos locales, como Los Cluny o Los Vándalos, y fueron el punto de entrada de Tote al mundo del sonido amplificado, las guitarras eléctricas y los micrófonos.
En 1966 decide dejar la formación de bachillerato para cursar estudios en la Escuela de Maestría de Peña Castillo, donde durante tres años se formó como oficial de laboratorio en química. En ese mismo periodo, fundó su primer grupo musical, junto a compañeros de la escuela: una formación compuesta inicialmente por tres guitarras, batería y voz, y que abriría las puertas a su camino en la música.
A los 18 años, en 1968, su interés por la electrónica y la electricidad comenzó a combinarse con su pasión por la música, momento en el que ingresó en la Escuela de Peritos de Santander. Además, experimentó con la construcción de equipos de sonido, fabricando en la trastienda del negocio familiar sus primeros amplificadores caseros, con altavoces montados en cajas diseñadas por él mismo. Este sería el punto de partida de su aprendizaje técnico en sonido y electrónica, base de su posterior carrera profesional.
En 1967, a los 17 años, comienza como bajista en la agrupación musical Los Golpes. En 1970, la banda fue renombrada como Quijote, con la que alcanzaría relevancia a nivel nacional hasta 1973. Durante este tiempo, tocó numerosos conciertos en locales emblemáticos y, con el carnet de músico profesional en mano, obtenido a finales de los años 60, firmó un contrato discográfico con el sello Movieplay en 1971. Con esta discográfica, editó tres sencillos: What’s Your Name, Song of My Father y El Amor es un Día que Nace. El primero de ellos obtuvo notoriedad en España y, sobre todo, en Chile y Argentina. Además, el tema Piripiri llegó a ser número uno en «Los 40 Principales», mientras que la banda siguió tocando en numerosas salas, incluso con artistas nacionales.
En 1973, al final de su etapa con Quijote, Tote decidió enfocarse en su carrera como ingeniero, colaborando en el desarrollo de proyectos para la apertura de locales en el Ayuntamiento de Santander. Sin embargo, su vida dio un giro con el sorteo del servicio militar, que tuvo lugar pocos días antes de la muerte del dictador Francisco Franco. Posteriormente, fue trasladado a Ceuta, donde estuvo destinado entre enero de 1976 y marzo de 1977. Durante ese tiempo, aprovechó para continuar su formación y replantearse su futuro profesional, orientándose hacia la ingeniería de sonido, su verdadera pasión.
Al concluir su servicio militar, Tote se dedicó a enviar currículos a diversas casas discográficas con la esperanza de iniciar su carrera en la ingeniería de sonido. En febrero de 1977, con su boda programada para abril, recibió una oferta de Hispavox, una discográfica española pionera en la industria del microsurco. Fundada en los años 50, Hispavox dejó una profunda huella en la música española, especialmente durante las décadas de 1960 y 1970, con su característico «Sonido Torrelaguna».
Tras contraer matrimonio con María Ángeles, se incorporó a la empresa el 14 de abril de 1977 como ayudante de ingeniero de sonido. Durante los primeros tres meses, su esposa, profesora de gimnasia, le brindó el apoyo económico necesario, ya que las condiciones iniciales de su contrato eran precarias. Pasado este periodo, las condiciones mejoraron y Tote se instaló en Madrid con su mujer, donde nació su primera hija María en 1979. Fue allí donde empezó a consolidar su carrera en la industria musical, ganando, progresivamente, un nombre en el sector.
Su primera grabación fue con el músico estadounidense Glenn Derringer y durante los siete años que permaneció en la compañía colaboró con figuras de la talla de Trabucchelli, Silvetti, Paloma San Basilio y José Luis Perales. Protagonizó una de las etapas más interesantes de Hispavox, pasando del clásico «Sonido Torrelaguna» a formar parte activa de la Movida madrileña, el fenómeno cultural que marcó la transición democrática en España. En su rol de ingeniero junior, fue asignado a grabaciones con los artistas más jóvenes y emergentes del momento, lo que le permitió —sin saberlo entonces— participar en algunos de los mayores éxitos de la historia musical del país, como “¿Y cómo es él?” de José Luis Perales, “Chica de ayer” de Nacha Pop, “Enamorado de la moda juvenil” de Radio Futura, “Bailando” de Alaska y los Pegamoides o “Una estrella en mi jardín” de Mari Trini. También participó en grabaciones con grandes figuras del flamenco, como Carmen Linares.
En 1983, con una hija de cuatro años y esperando el nacimiento de sus gemelas —Almudena y Lucía, que nacerían en noviembre de ese mismo año—, Monzón decidió cambiar de rumbo profesional. Tras intentar sin éxito en Madrid, aprobó en 1983 unas oposiciones para Radio Nacional de España y consiguió una plaza en Santander, buscando un equilibrio entre su carrera y su vida personal. Finalmente, en 1984, Tote se incorporó a la plantilla técnica de RTVE, comenzando su labor en Radio Cantabria. Dos años después, pasó a formar parte de Radio Nacional, donde desempeñó tareas técnicas y de producción discográfica, trabajando con importantes nombres como Grupo Atlántica, Coral Salvé y el Festival Internacional de Santander (FIS), entre otros. Además, colaboró en el área de etnografía, utilizando el archivo sonoro del centro emisor en conjunto con Jesús García Preciados. A finales del siglo XX, impulsó las primeras jornadas de Etnografía en la Asociación Regional de Cantabria, destacando por la innovación de contar con la «primera conexión a internet». También, a finales de los años 80, dirigió el programa de radio Decibelios Musicales en Onda Media y FM.
En 2024, ya jubilado, Monzón publicó el ensayo Hispavox-El Sonido de una época, que recorre la historia de la influyente discográfica. Además, desde los años 80, continúa colaborando en proyectos musicales como técnico, compositor —con más de 80 canciones compuestas— y productor, trabajando estrechamente con Ángel Santiago Haro, su «hermano musical» de los estudios Ibiosón.
La vida, para Díez Monzón, es un tránsito consciente, una aceptación lúcida de lo que es y de lo que naturalmente será. Su camino, marcado por la curiosidad y la creación, es el de un cínico en el sentido más noble del término —como los de la Antigua Grecia—: alguien que se enfrenta a la vida sin ilusiones vanas, convencido de que vivir bien es convivir con lo que la vida trae: el dolor, la envidia, el amor, la belleza. Ha explorado el sonido, ha dejado huella en la música, en la técnica, en las relaciones. Y en su propio balance de vida, resume con una sonrisa casi irónica: “He escrito un libro, he plantado árboles, he tenido hijos… ¿qué más puedo pedir?”. Y es que, fiel a su manera de estar en el mundo, vive el presente. Entre viajes para visitar a su familia, sigue cultivando proyectos literarios y musicales, manteniendo encendida la chispa creativa. 

Equipo de realización

Entrevistadora: Zhenya Popova
Operador de cámara y montaje: Txatxe Saceda